¿Por qué la comida es tan adictiva?
Comer es uno de los placeres más grandes de la vida. Y más aún si hablamos de la comida que nos gusta a todos: las pizzas, el pollo frito, las hamburguesas, el chocolate, entre muchas otras. Ninguno de nosotros se puede resistir a probar cualquiera de estos bocados.
Esto es algo muy certero: desde los más pequeños de la casa, hasta los abuelitos, sienten una inclinación bastante marcada por la comida más popular, la comida chatarra y además los dulces, o sencillamente, a la comida que nos acostumbraron en casa.
Pero alguna vez te has puesto a pensar ¿por qué? ¿Qué es lo que hace que sintamos una leve obsesión hacia ciertas comidas? En este artículo nos detendremos a pensar un poco sobre estos asuntos, qué es lo que hace que sintamos cierto amor irracional hacia uno de los placeres de la vida: la comida.
Descubre qué te hace adicto a la comida
Un estudio reciente de neurología ha confirmado que cuando comemos algo que nos gusta mucho se desatan unas sustancias en nuestros cerebro que hacen que sintamos aún más apetito.
La encefalina es una de esta sustancia que nos produce una inclinación, mayormente cerebral que gustativa, hacia lo que son azúcares y grasas. Es por ello que la comida más grasosa y azucarada es la que más nos gusta a todos.
Cuando estas sustancias se activan en nuestros cerebro, al saborear una de estas comidas, se despierta en nosotros muchas sensaciones de placer, y sin duda alguna, el placer produce que nos volvamos adictivos a aquello que nuestros cerebro ha catalogado como placentero.
Es por este motivo que muchos estudios han demostrado que comer puede ser un remedio para la depresión: despertamos el lado del placer en nuestra mente y reducimos la sensación de tristeza y ansiedad.
Cuando de nuestra dieta se retiran completamente las sensaciones placenteras producidas por los azúcares y las grasas, es cuando nos sumimos en una ansiedad interminable que solo acaba con el primer bocado de nuestra comida favorita.
Así que ahora sabes por qué sientes debilidad hacia la comida, recuerda entonces compartirlo con tus amigos y luego ¡seguid comiendo pero con cabeza!